Publicado por ICSEB el 1 julio, 2008
Fecha de intervención: julio 2008
Buenos días, queridos:
Soy Giovanna Porro, una chica italiana de 46 años, y quisiera contarles mi historia.
Siempre he sido una chica muy delgada y desde pequeña sufrí de ataques de cefalea. Fui una alumna muy estudiosa, sin embargo en las actividades motoras siempre tuve dificultad de coordinación, incluso llegué a temer las horas de gimnasia.
A los 18 años, después de pocas clases de conducción, logré obtener el carné, pero enseguida tuve dificultad para conducir, hasta no poder seguir usando el coche.
Entre migrañas frecuentes y cansancio fácil, mi vida transcurió entre escuela (soy maestra de primaria) y casa, sin poderme permitir demasiada juerga ni diversiones.
En 2005 empecé a notar trastornos de tipo parestésico en mi emicuerpo derecho, izquierdo y en la lengua.
Me dirigí a Urgencias del hospital “San Gerardo” de Monza donde me sometieron a TAC del encéfalo, que resultaba sustancialmente normal, y me dieron el alta la misma noche con diagnóstico de parestesias referidas a somatización.
Me aconsejaron una visita con el neuropsiquiatra y me propusieron un tratamiento con benzodiazepínas por síndrome de ansiedad.
Después de una parcial remisión de los síntomas, en enero de 2007 la situación empeoró notablemente. Aparecieron temblores en las extremidades superiores que me impedían escribir y disartria, y la deambulación se hizo posible solamente con un auxilio.
Me ingresaron en el hospital “S. Gerardo” de Monza y me sometieron a diversas pruebas, entre las que una RMN del encéfalo y de la médula , de las que resultó una ectopia de las amígdalas cerebelósas en el contexto del foramen mágnum de 9 mm. (Arnold Chiari I). Las pruebas complementarias excluían la presencia de cavidades siringomiélicas en la médula espinal.
Bajo evaluación de un grupo de neurocirujanos, no se creyeron necesarias soluciones de tipo quirúrgico.
Después de 15 días desde que me dieron el alta permanecían disartria y problemas en la deambulación.
Se me aconsejó un tratamiento fisioterápico, la situación mejoró ligeramente, pero no pude volver a trabajar.
En el mes de Mayo de 2007 me ingresaron en el Instituto “Besta” de Milán, donde me confirmaron el Arnold Chiari y me dieron el alta con el siguiente diagnóstico: “la paciente ha presentado una ataxia con debut agudo de carácter indefinido. En particular las anomalías de la RMN (Arnold Chiari I) no parecen justificar los síntomas de la paciente”.
¡Me encontraba totalmente a oscuras! ¿Que podía hacer? Con mucha fuerza de voluntad seguí con la fisioterapia y en el mes de septiembre 2007 volví a la escuela.
Gracias a la colaboración de colegas, alumnos y a la gran sensibilidad de mi director escolar, volví a la enseñanza, pero con muchas dificultades físicas, frecuentes migrañas y impedimento motor.
En el mes de Marzo 2008 un querido amigo español me habló del dr. Royo; yo le envié mi historia para una opinión.
Me contestó muy amablemente y me contestó que podía tratar mi caso. Tomamos cita para el mes de julio.
Nos fuimos a España con el corazón lleno de esperanza. El encuentro con el doctor Royo, la psicóloga Gioia Luè y todo el equipo fue muy emocionante. Fue como hablar con un padre, me explicó la importancia de realizar la intervención para detener la enfermedad y evitar lo peor.
Durante la tarde me sometieron a pruebas preoperatorios y la mañana siguiente me operaron.
La intervención, con anestesia general, duró dos horas.
La mañana siguiente, al levantarme, noté enseguida unas mejorías: podía andar sin tener que mirar al suelo, como tenía que hacer hasta aquel momento, y habían vuelto a aparecer los reflejos plantares.
Después de casi dos años puedo decir que la calidad de mi vida ha mejorado notablemente.
Voy regularmente a trabajar, ya no me tiemblan nunca las manos, ha mejorado la resistencia física.
Solo esporádicamente se presentan vértigos y pequeñas parestesias.
Mi agradecimiento de corazón al doctor Royo y a Gioia, dos ángeles que han devuelto a nosotros pacientes la vida; ahora es para nosotros darle un sentido.
La manera mejor es mantenernos en contacto y sostener la Fundación Chiari.
Un agradecimiento también a mi querido amigo Rafa, sin el que no habría tenido la fuerza para enfrentarme a esta maravillosa aventura.
¡¡¡JUNTOS, QUERIDOS AMIGOS, PODEMOS LOGRARLO!!!
¡¡¡Un fuerte abrazo!!!
Giovanna
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